Sunday, June 25, 2006

-SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS-




En el momento en el que se abre una puerta, después de tanto tiempo esperando por una nueva salida en tu departamento estanco, curiosamente se entorna una segunda ¿por qué? ¿Estamos dejados de la mano de Dios a merced de las poderosas fuerzas que gobiernan las leyes de Murfi? ¿No puede quizás el destino, por una vez, hacernos fácil o cuanto menos claro, el camino? Al parecer no, ni fácil, ni claro, ni nada.


Si hace tiempo que no tienes pareja y un día conoces a un chico maravilloso, por casualidad luego aparece otro igual de estupendo, no importa el orden de llegada ni los criterios de eliminación que utilices para elegir cual será ese príncipe azul con el que compartirás una temporada de tu vida, ya puedes llamar a Octavio Aceves, Aramís Fuster, o Rapel, que unos te dirán sujeto A y los otros te dirán sujeto B, pero el resultado, después de la dicotomía electiva, siempre será el mismo, esa extraña sensación de que nos hemos equivocado.


Si tras largos meses sin trabajo dejando currículos por doquier, esperando la llamada de la futura empresa que te corporativizará, una tarde surge desde tu teléfono, con el tono avizor de los ángeles de Charli, esa noticia que te da la posibilidad de sumergirte otra vez en el mundo del mercado laboral, citándote con fecha y hora en las oficinas centrales para la entrevista previa a ese contrato, no te extrañe que a cinco minutos del cese de la comunicación interfónica, otra nueva cantinela de Charli y tras pulsar el botón verde, que da paso a la atención del sujeto al otro lado de la línea, se te dirijan ofreciéndote otra oferta igual de tentadora que la anterior, con la posterior cita para la ritual entrevista, ¿Por qué te aceptaron en los dos trabajos? ¿Por qué te tocó decidir entre trabajo A y trabajo B? ¿Por qué, después de descartar A, te da la sensación de que tenías que descartar B?



He comprendido, hace tiempo en el tiempo, que el camino en línea recta no existe, igualmente, he desechado, con la experiencia, que el camino no es de dirección única; añadamos pues, meandros, subidas, bajadas, intersecciones, cruces, incorporaciones, incluso rotondas. El camino esta compuesto de todos los obstáculos y elementos que un manual de conducción, de forma teórica, nos puede mostrar.


La vida, el camino, desde sus inicios, tal vez tendríamos que imaginarla como una planicie en la que nosotros, situados en el centro, pudiéramos segmentarla en trescientos sesenta opciones graduadas alrededor, con sus correspondientes minutos y segundos opcionales, y seguir con las subdivisiones de manera infinita. En las diferentes direcciones que podamos tomar, por supuesto, existen algunas que son más importantes que otras, éstas se presentan como ramificaciones, puertas o ventanas que vamos a tener que atravesar o descartar, creando la sensación de que al introducirnos en una de estas el recorrido ha cambiado, o por lo menos volver al lugar anterior va a ser casi imposible. En determinadas ocasiones, el camino dejado atrás desaparece o cambia, lo que nos indica, que si queremos retroceder las condiciones del viaje habrán mutado, sumando y restando nuevas posibilidades.


¿Qué hemos podido averiguar de lo anterior? ¿Que es la vida? No, esto no me atrevería a responderlo, porque la vida tiene muchos puntos de vista, y muchos eruditos y filósofos que a lo largo de nuestra existencia han aportado sus ideas para dibujar la silueta de tan difícil respuesta, yo desde mi insignificante posición no podría aportar nada nuevo. Digo entonces que tanta metáfora direccional sólo es la manera de explicar mi particular aceptación del concepto de vida. En mi cabeza, evidentemente no es idea propia, una de las definiciones aceptadas para el camino seria que vivir es poder elegir y elegir abarca todo lo que significa pensamientos, movimientos, sentimientos, todos ellos voluntarios e incluso los involuntarios ¿Por qué incluyo estos últimos, los involuntarios? Pues porque en ciertas acciones aunque parezcan mecánicas, son decididas por nuestro cuerpo, pongamos por ejemplo el batir del corazón:



El corazón, de movimiento reflejo involuntario, desde que nacemos, se encarga de la vital función de bombear la sangre a todas las células del cuerpo, ¿podemos decidir parar ese movimiento voluntariamente? Digamos que no… pero en el momento de la muerte, en la que el corazón no sea el causante de ella y de forma el la que nosotros no decidimos, el cuerpo decide parar el corazón porque ha llegado el momento de poner fin a los imprescindibles latidos. Tras este ejercicio de lógica, podemos incluir todas las variantes de vida que se puedan imaginar tras la lente de la “elección”.



Pero… ¿Y las respuestas a nuestras primeras preguntas de “por qués” Sobre las burlonas travesuras del destino? pongamos que las divagaciones “vida es elección” es el preparatorio para resolver las primeras incógnitas planteadas. Cuando en nuestro camino se nos presenta al mismo tiempo diferentes puertas a elegir, pongamos A y B, no quiere decir que no existan otras, lo que quiere decir es que A y B son lo suficientemente importantes para nombrarlas y eclipsar el resto de puertas. Si tenemos para comer carne o pescado, puerta A y puerta B, estamos despreciando por ejemplo no comer, puerta C, o comer carne y pescado, puerta D, etc. En el caso de que solo exista una puerta de las importantes, entraríamos por ella sin plantearnos nada, con lo que cruzar este umbral no nos supondría reflexionar, por tanto no nos plantearíamos nada, la estaríamos ignorando por resultarnos cómoda su entrada ¿que hay para respirar? Aire, mientras vamos respirando aire no nos planteamos si podemos elegir otra cosa, esta opción es única pero muy importante y la ignoramos, es por todo lo explicado que estas cuestiones solo se crean cuando tenemos que sopesar y elegir.



Haciendo un esfuerzo encontramos un sin fin de posibilidades y caminos a elegir, tengamos presentes que cuando emergen dos sendas, o más, que nos hagan detenernos a pensar la elección a tomar, estamos en un momento que es importante, pero de no existir o no tomar éstas, no se acabaría el camino, tarde o temprano aparecerán nuevas puertas, nuevos caminos y aunque sea una elección esquivarlas todas o sentarse y no tomar ninguna, la vida también funciona como una cinta transportadora que, pudiendo ser su movimiento tan lento como para no percatarse, al quedarte quieto, ella te lleva hasta que tu cuerpo sin que tu lo decidas termine diciendo a tu corazón ¡para ya! ¡Esto me aburre! y como tu no te decides lo hago yo. Por último, aclarar que la naturaleza curiosa del ser humano es la culpable de esa sensación de mala elección, no elegimos mal, lo que ocurre es que somos curiosos y queremos saber que hubiera pasado con el resto de puertas no cruzadas, pero nuestra vida no es eterna y si somos inteligentes o prácticos no deberíamos pasar demasiado tiempo lamentándonos de los caminos erróneos emprendidos, vivir es elegir, poder elegir es tener libertad, ser libres es tener responsabilidad para, como mínimo, nosotros mismos. Cruzar una puerta, emprender un camino, abrir una ventana, son aventuras que llenan nuestro viaje de adornos, anécdotas y recuerdos.

2 comments:

Doctora Queer said...

Vivir es arriesgar, seguir abriendo puertas, dejar atrás estancias que nos invitan a quedarnos porque pensamos que, conociendo todos sus rincones por horribles que sean, estamos más o menos cómodos allí.

Abre cualquier puerta, sigue avanzando baldosas.

Lo más guay es saber que otras personas nos van acompañando por el camino. Algunas van quedándose atras y en el recorrido van apareciendo nuevos conocidos.

Anonymous said...

Hola Ricardo me suena muxo lo q has escrito la verdad es q hay que vivir sin mas y solo pensar en la gente que te quiere de verdad y la que vendra un besote desde fuerteventura y me ayuda muxo leer tu blog xxx