Monday, April 24, 2006

-MÁRTIR METAFÍSICO-


¿Y?... ¿Dónde van los sueños no cumplidos? ¡no¡ no me preocupan los años ni aparentar más edad me preocupa más no haber cumplido nada, nada de lo que pensaba que seria capaz de hacer, -tanta pólvora en la recámara de la pistola para nada, el blanco no fue nunca acertado, bala perdida gritaba silbando sobre la diana-.



Me levante preocupado porque caí en la cuenta de que eran ya muchas semanas repitiendo la misma rutina, el lunes esperar a que llegue el sábado, para el sábado desear que llegue el lunes o quizá el siguiente fin de semana o un paréntesis, vacaciones, semana santa, san Fermín, carnaval, ¡da igual! siempre esperando que llegue ese momento que va a ser mejor o que te va a sacar de tu actual situación de monotonía y aburrimiento.



Tal vez sin saberlo, desde que nacemos, emprendemos una carrera de espera y paciencia hasta llegar a un punto, pero… ¿no será ese punto la muerte? Todas las carreras tienen un principio y un fin, como todo lo que es al fin y al cavo –para ser hay que no haber sido y luego dejar de ser, porque todas las cosas empiezan y termina, desde las tangibles, inertes y vivas hasta las etéreas, como los sentimientos y los deseos- ¿no querrá decir esta larga espera a que lleguen los días y los fines de semana y los futuros años, que lo que realmente esperamos es que llegue la muerte? Ese fin único inevitable, esa cita ineludible, que es el punto de llegada de la carrera que se desató el mismo día en el que nacimos, que hay que abordar para poder ser.



Podría ser que nos “auto-engañemos “, disfrazando el pasar del tiempo, nuestra espera para morir, de algo que llamamos vida, cuando todo nos conduce a la muerte, ¿Qué somos? Cuestiones metafísicas que nos podría simplificar –porque el tiempo es relativo (ya de esto nos convenció un físico-matemático muy conocido y de forma probada) y las escalas según el observador son muy diferentes, para mi un día no significa nada, para una mosca mucho y toda mi vida no significará nada para un mega-monolito incrustado en una planicie de Australia- somos un principio y un fin.



Sentado en el trabajo, con “reyes de la conveniencia” -(kings of conveniece) grupo de música que os recomiendo para una tarde tranquila de primavera- amenizando mi particular espera, recuerdo una larga lista de amigos, de queridos amigos, sus sueños, sus metas, sus ilusiones y sus desilusiones, todo lo que nos dice quienes somos ante los demás, quienes son ante mi ¿se sienten ellos tan atrapados como yo?



Hoy puede que haga sol en Madrid para Ignacio, él siempre me tiene en buena consideración, muchas veces me comenta que me sita en conversaciones con sus amistades de la capital, como si realmente yo fuera alguien importante.



Ignacio, de familia católica, monaguillo en su infancia, catequista y objetor de conciencia, con un voluntariado en Sudamérica de casi dos años ayudando a los pobres en Cuzco, luego trabajador de una ONG. Y estudiante maduro de antropología actualmente en construcción de su tesis “nuevos modelos de familia”, después de haber terminado una tesina dedicada a “los marginados dentro de grupos marginados” y eterno viajante… me cita. Somos sueños e ilusiones, también lo que hemos conseguido hacer. Cuando en un pequeño párrafo describo unos pocos logros del currículo de Ignacio… Ignacio es una gran persona, tiene creencias, tiene fe, tiene objetivos, es increíble que en algún momento haya sido objeto de estudio, para su tesis, por parecerle interesante lo que yo le podía contar.


El universo se expande desde un punto central, por lo tanto las galaxias viajan en línea recta desde este centro, como radios de circunferencia que se dilatan con el tiempo –así pinto Dalí sus relojes-, pero a su vez las galaxias giran igual que los planetas alrededor del sol completando ciclos, ¿es este movimiento el que marca nuestras vidas? Estamos encerrados en el contorno de una elipse que se mueve en línea recta desde el centro del “big-bang”.
A lo mejor no tendría esta sensación de monotonía si mi universo no se comportara de una forma tan infinita, cíclica y previsible… un petardo lanzado al cielo deja una estela de pólvora incandescente para terminar en un sonoro fin.

2 comments:

Anonymous said...

Tú eres más antropólogo que yo!

Anonymous said...

vivan los monolitos de las planicies de Australia!!!!!!