Cuando un rayo de luz incide en la superficie de la bola de discoteca, este al chocar con los diferentes planos tangentes, a la esfera de poliuretano, formados por pequeños cuadrados de espejos, se divide en múltiples ases de luz, tomando la dirección que las formulas trigonométricas le imponen. Si a esto añadimos el movimiento, que esta peculiar forma planetaria adquiere, gracias a las fuerzas motrices que un pequeño motor situado sobre el globo imprime, con su consecuente giro, se obtiene un efecto de movimiento hipnótico de luz.
¿Qué compone nuestra vida? Si nosotros somos el chorro de luz y nuestra ciudad o el mundo en el que nos movemos es esa bola de discoteca, todas las múltiples divisiones de esa proyección de fotones, de energía, son las diferentes facetas e imágenes que damos a conocer de nuestro ser. Tu eres para algunos simpático, para otros tímido, derrochador, responsable, impuntual, práctico, pulcro, desordenado, autosuficiente, incapaz de estar solo… Todas las diferentes proyecciones de ti son recibidas por un receptor, un sujeto, una persona, que dependiendo de el lugar donde se encuentre situado en tu universo, las interpretará de una forma u otra. Tras el discurso anterior se me hace dificultoso decir quien soy.
La pasada semana mi ex compañero de trabajo, tras mi pregunta: ¿tienes algo que decirme? (dicha con un tono seguro y arrogante) me contesto que si y yo le provoqué: ¡adelante!, con lo que recibí la siguiente respuesta: no tienes sentido del humor, eres demasiado seco y me aburre trabajar contigo, no te entiendo; a lo cual yo conteste: no me interesas en absoluto y si tienes esa imagen de mi, es la que yo te dejo ver, tus gracias son tan llanas que no merecen mis elogios, para evitar conflictos estoy intentando ser impermeable contigo, pero por lo menos soy educado contigo, que es lo mínimo que yo te pido. Evidentemente, a la parte directiva de la empresa, de la cafetería, este cara a cara, aunque para nosotros fuera necesario, no gusto demasiado, con lo cual cambio de horarios. A parte del chismorreo que me quede más a gusto que un arbusto, cuando salí esa noche de trabajar una idea rondaba por mi cabeza, yo para mi compañero de trabajo era una persona que mis mejores amigos no reconocerían si el se las estuviera describiendo.
Quizá si somos polifacéticos, pero tal vez no sea un arte que nosotros cultivamos, pudiera ser que nuestros cambios estén condicionados por los diferentes planos que nuestra sociedad nos plantea y las relaciones que nos obliga a mantener. Si solo tuviéramos una persona con la que relacionarnos solo existirían dos versiones de nosotros mismos, la que ella interpreta y la que interpretamos nosotros mismos.
Todos los adjetivos descriptivos utilizados, para definir a una persona en sus facetas no físicas, son válidos para cualquiera de nosotros, porque las imágenes que generamos al pasar por los diferentes cristales, ópticas, persona, son tan variadas como el número de sujetos que nos conozcan.
¿Qué deduzco de todo esto? Pues que por mucho que lo intentemos no podemos agradar a todos, que a lo mejor es más fácil plantar cara a quienes no te acepten que luchar para que te vea con buenos ojos, que hay más peces en el mar y más días que panes (esto es válido para el amor, las amistades, las relaciones laborales, etc… ¡cuanta sabiduría encierra nuestro refranero popular!). Así que si eres como yo, una persona a la que le preocupa lo que piensen de ella más de lo que debiera, déjate de culparte siempre por tus actos y supuestas malas formas, hay personas a las que no le gustas y no siempre tiene solución, establece tus límites y si te hacen la puñeta seguro que tu también puede hacérsela a ellas, se original y ¿por qué no? se malo, tal vez se esconda en ti un Béla Lugosi, una Ángela Chanin o una Isabel Pantoja; pero eso si: cuando digo malo no digo tonto, siempre este tipo de papeles hazlos de forma inteligente.